Presentación

Formación en convivencia, la mejor forma de prevenir la violencia.

El Ministerio de Educación, a través de la Política Nacional de Convivencia Escolar (PNCE), orienta a las comunidades educativas a abordar la violencia escolar desde una mirada que va más allá del foco en el problema.  Si bien reconocemos que en la escuela existen hechos de violencia que no deben ser tolerados y que deben abordarse adecuada y oportunamente a través de protocolos de actuación y de las herramientas de denuncias y resguardo de derecho, la escuela/liceo tiene el deber social de formar para una cultura de paz y de no violencia.

La experiencia de convivir en la escuela es, en sí misma, una experiencia de aprendizaje sobre cómo se convive. Si se convive de una determinada manera, aprendemos a convivir de esa manera. Para enseñar el aprendizaje de la convivencia hay que intencionar buenas formas de convivir y reflexionar sobre con qué criterios se enfrentan y resuelven los conflictos de convivencia en la vida cotidiana. La reflexión sobre los modos de convivir en la escuela posibilita ir resignificando el sentido de la convivencia. No solo se debe pensar en la convivencia cuando surgen problemas, sino pensarla como un aprendizaje cotidiano de ciudadanía, en el que paulatinamente se van fortaleciendo los factores protectores y de cuidado.

La Política Nacional de Convivencia Escolar constituye un marco ético para aprender a vivir juntos sobre la base del respeto y cuidado de sí mismo y de los demás. La convivencia escolar refiere a la calidad de las relaciones humanas que se da entre los actores de la comunidad educativa. La PNCE promueve que en las escuelas /liceos exista una comunidad educativa que resguarde un ambiente propicio para el aprendizaje de los/as estudiantes, a través de la creación de condiciones institucionales, tanto de gestión administrativa como pedagógica, que permita desarrollar una cultura escolar de cuidado y prevención.

Las problemáticas que se presentan en las comunidades educativas como el acoso escolar (bullying), deben ser abordadas desde un enfoque formativo, que supera la noción punitiva y/ o de castigo, proyectándose hacia una formación que prepara para generar conductas de cuidado y responsabilidad consigo mismo y los demás, y desarrollar relaciones interpersonales respetuosas, basadas en el reconocimiento de la empatía y de la comunicación como medios para resolver los conflictos.

En este sentido, el proceso de enseñanza y de aprendizaje se aborda desde los Objetivos Fundamentales Transversales (OFT, marco curricular) y los Objetivos de Aprendizaje Transversales (OAT, Bases Curriculares) propuestos por el Currículum Nacional chileno. El carácter transversal de estos objetivos señala que el aprender a resolver los conflictos en forma pacífica, respetar los derechos de las demás personas, desarrollar conductas del cuidado, entre otros aprendizajes, deben ser desarrollados en todos los ámbitos del quehacer escolar y no reducirlos a un grupo de asignaturas, sino que deben estar presente en todas las asignaturas y sectores de aprendizaje.