“Estamos en una fase de recoger aprendizajes, resultados, y evaluar cuáles son los principales logros que ha tenido este programa. ¿Qué es lo que hemos visto hasta ahora? Primero, que es muy valorado por las comunidades educativas, que les entrega herramientas para la gestión de la convivencia y les permite fortalecer el trabajo con una mirada de comunidad y de un abordaje formativo y pedagógico de la convivencia”.
Con estas palabras, la coordinadora de Convivencia para la Ciudadanía de la División de Educación General, María Teresa Ramírez Corvera, resumió el estado actual de la implementación del programa A Convivir se Aprende, iniciativa que forma parte del Plan de Reactivación Educativa y que tiene como objetivo fortalecer en los equipos de gestión y de convivencia, las habilidades y competencias para enfrentar situaciones de violencia escolar , prevenir dicha violencia y favorecer la convivencia, a partir de un modelo de acompañamiento con enfoque territorial y de escuela total.
Para analizar los avances y sus proyecciones en 2025, el equipo de Mineduc se reunió con los encargados del tema de las secretarías regionales ministeriales y con académicos de las universidades que ejecutan A Convivir se Aprende en los territorios. Además, se realizó una presentación con algunos resultados de la evaluación realizada por la Universidad de Chile.
Entre los temas que se abordaron estuvieron la sostenibilidad del programa, el énfasis en el enfoque formativo de la convivencia y los desafíos de la implementación en 2025.
Con la implementación del programa este año la iniciativa habrá llegado a los establecimientos educacionales de 156 comunas priorizadas de las 16 regiones del país, las que fueron definidasa partir de un indice comunal construido con la cantidad de denuncias asociadas a convivencia y violencia escolar recogidas por la Superintendencia de Educación, índice de vulnerabilidad comunal y la priorización de los equipos regionales de Mineduc.
El programa dura dos años -tiene una fase inicial y otra de continuidad- y cuenta con tres componentes: el fortalecimiento de las redes territoriales de convivencia en las comunas, el acompañamiento directo de los establecimientos que requieren más apoyo y la formación de los equipos en temáticas asociadas a convivencia y bienestar.